Lo de este año, con las extraescolares, tiene pinta de acabar en tragedia...
Lo peor, es que estoy absolutamente segura de que todas las mamás (algún papá también, no os enfadéis) lo hacen sin pensar y sin ningún tipo de problemas. Temo ser más mema de lo que me pensaba.
Lunes y miércoles, fútbol. Dos bolsas con uniformes a la entrada! Martes y jueves, páddle Luisete y predeporte Jaime. Una sola bolsa. Ah! La raqueta! Viernes, partido de Luisete, y aunque la equipación oficial se la dan en la escuela de fútbol, debe presentarse con el chándal del equipo, por lo que hay que llevarse la bolsa preparada. Ah! Y las espinilleras, claro! Como no es el mismo uniforme que el de los lunes y miércoles... una bolsa distinta para los viernes! Esas para por la tarde. Ahora vamos con las del colegio. Lunes y viernes, gimnasia. Bolsa para la niña! Miércoles, natación Luisete... Línea! Lunes... Natación Jaime. Bingo! Creéis que soy capaz de acertar más de un 50% de las veces? Y os contesto yo, no os molestéis, ni de churro!
A todo esto hay que añadir las meriendas de medio patio, lo que nosotros llamamos almuerzo, y meterlas en las mochilas adecuadas. Y la merienda para llevarles cuando les recojo a la salida del colegio los lunes, miércoles y viernes, porque los martes y jueves, la merienda tiene que ir en las carteras desde por la mañana para que no se tengan que comer a un compañero antes de ir a deporte, ya que yo no les veo...
Creo que sólo de escribirlo acabo de provocarme un ataque de ansiedad. Esperad qué voy a por el orfidal...
Total, que por las mañanas bajo de casa con la siguiente pinta:
Dormida, porque a esas horas mi cerebro no reacciona, tengo el metabolismo muy mal acostumbrado en estos tiempos... Con una tostada entre los dientes, porque llego tarde. Con los taconazos, porque antes muerta que sencilla, ya se sabe, y coja, ya que el esguince de Agosto ha decidido quedarse conmigo por tiempo indefinido. Me cuelgo en un hombro la mochila de Jaime y en el otro el bolsón con zapatero con la equipación de Luisete. Luego cojo la bolsita de la merienda, si me acuerdo (más me vale) de la nevera, y con las uñas el iPad y mi bolso. Conclusión, cuando llegó a la oficina parece más que vengo con un resacón de órdago que recién levantada y toda guapita, relajada y recién maquillada, para comerme el día como corresponde!
Es, en estas circunstancias, que he empezado a apreciar la gracia que Dios me ha concedido llevando mi marido a los chicos al cole por las mañanas, salvo si viaja, que cargó con otras dos mochilas y dos niños enfurruñados, cuando no con una pelota de fútbol.
El caso es que a veces, cuando me ve el portero de casa llegar al descansillo, me abre corriendo la puerta del ascensor y la del portal, y se ríe, aunque bajito y por dentro, claro....
Resto de madres, cómo lo hacéis!?!