¿DE QUÉ VA TODO ESTO?

Tras años mandando batallas a mis familiares y/o amigos, tras miles de intentos por mi parte de tener un sitio donde compartir mi humor corrosivo y ácido sin obtener frutos, tras rogar, pedir por las buenas, pedir por las malas, llorar y hacer todo lo que se me ha ocurrido... por fin he conseguido tener un blog! Preparaos...

MAGDALENAS DE COLORES

Hago postres. Cocino muy bien cuando hago postres.
Me encanta el dulce (más lo salado), pero de tener que ponerme a cocinar, que sea un postre. Y no se me da mal, añado.
Mi especialidad, como no podía ser de otro modo porque es imposible que salga mal, es el famoso bollo de yogur. Me sale de cine! Bueno cuando me sale de cine. Lo cierto es que siempre me sale de cine porque si no me sale de cine lo tiro a la basura y hago otro bollo de cine, está claro? Soy terca, estamos?
Andábamos por Inglaterra en casa de mi hermana este mes de Febrero. Para los enanos ir allí es como ir a una fiesta de tres o cuatro días. Bueno, y para mi más. Estar con mis hermanas (en realidad achuchar a más niños) es mi deporte favorito. En ese país tengo un mundo entero de costumbres y tiendas para explorar. Y gente, gente muy rara y educada. Eso lo dejo para otro post.
Pivi estaba de obras. Añadía una escalera para subir al ático y hacernos una habitación a las visitas, porque estamos un poco pesaditos y vamos con mucha frecuencia. Ha intentado explicarnos que a veces no le apetece que vayamos, o que está cansada, o que se pone nerviosa con tanta gente en su casa, pues hace más de diez años que se fue a EEUU y ha vivido sola desde entonces. Digamos que viene a vernos cuando nos necesita, pero así nos tiene lo suficientemente lejos como para que no la agobiemos. Creo. Menudo puñetazo me va a pegar...
A lo que iba, que me despisto.
Si en España hiciésemos las obras a la velocidad que hacen allí las cosas... bueno, pues no habríamos construido el METRO de MADRID. Estaríamos poniendo el tranvía que cogía Maita (mi abuela), seguramente, para ir a Sol. Qué digo! En Segovia estarían recalculando el acueducto!
Llevaban... no sé, un par de meses para poner una escalera de madera que estaba prefabricada, como lo de IKEA, pero desmontada para introducirla en la vivienda, lógicamente. Bueno, un par de paredes habían tenido que cambiar de sitio y el pertinente agujero en el techo para dar acceso. Ah! Y colocar dos o tres puertas. Creo que poco más... Si me lo compro yo en IKEA, lo hago en un día, de verdad. Preguntad a mi marido.
Bueno, pues estos tipos, que eran tres, llevaban muchísimo tiempo yendo a trabajar a casa de mi hermana. Llegaban por la mañana a la hora de ir los niños al cole, con la sonrisa puesta, un buenos días señora, y muy relimpios... ponían TODOS los días un plástico de arriba a abajo de la casa, incluso por la escalera, para no manchar la moqueta de mi hermana (cosa que entiendo, porque Pivi con la limpieza puede ser peligrosa)... ya que estamos, aporto como dato que la he visto cargarse dos palos de la fregona (doblarlos a la mitad) fregando la terraza de mi casa. En su cocina se puede trasplantar un corazón sin riesgo alguno de infección, por supuesto. Y así mil detalles. Definitivamente, me va a dar un puñetazo.
Repito, a lo que iba!
Estos tipos todos los días reparten la herramienta después de haber forrado la casa con papel transparente. No pisan el césped ni manchan el suelo de la calle! Es acojonante, con perdón! Tras repartir la herramienta veo a mi hermana que se hace su café y prepara tres más. Llevan allí tanto tiempo que sabe que a Bobby le gusta con mucha azúcar, a Max solo y a Rob con un poco de leche. Como para no saberlo...
Salimos a una tienda muy chula que hay de manualidades cercana a su casa. Tienen dos mil chorradas para las gilipolleces más grandes que se nos puedan ocurrir. Bueno, por allí perdida, entre los pasillos de hilos de colores de todas las texturas, pinturas, arcillas, decoraciones varias, cuadros, alfombras para hacerse uno mismo... encontré una sección de cocina. Entre otras cosas, me llamó la atención un colorante para masas rojo y otro verde. Pero rojo y verde oscuros... y conmigo se vinieron. Creo que los tengo por ahí, ahora que me acuerdo. Los voy a sacar este fin de semana.
Supongo que los ingleses son muy listos, porque no venían instrucciones. Silvia y yo, por si hay muerte repentina, corrimos a hacer un pastel con aquellos colores tan chulos. Como había cogido varios tonos, decidí hacer magdalenas, así ponía cada una de un color. No sabía cuanto echar, repito, por lo que puse un par de cucharadas de cada color a las masas. Lo revolvimos bien. Lo dividimos en los distintos moldes preciosos, debo añadir, porque en EL CORTE INGLÉS había yo encontrado unos papeles para hacer magdalenas con unos diseños de pájaros y flores que eran una monería. Y al horno las metimos.
Nos fuimos a jugar con los niños, y les dijimos que se estaban haciendo unas magdalenas de colores que iban a ser preciosas. Rosas para Daniela, verdes para Lucas, Jaime y Luisete...
Iban a estar buenísimas, y si cenaban bien, les permitiríamos tomarlas de postre. Esto es porque estaba en casa de mi hermana, en mi casa les habría dicho que podían empujar la carne con las magdalenas o hacerse con ellas un bocadillo de queso, pero a Silvia la obedezco no sea que me lleve a la "noticher", literalmente, silla de castigo. Creo que es más terca que yo.
Cenan, y miran expectantes el horno... ta raaaaan....
De aspecto... bueno, qué coño! De aspecto fatal! El volumen era el adecuado, pero tenían un color verde, pero verde alga de las algas que hay en el estanque de Carabaña, verde oscuro como la piel de una sandía... o rosa fucsia! Pero como si fuese un chicle de sandía de esos que huelen tan bien. Color mora roja...
No entiendo en qué las perjudicaba eso, porque eran realmente coloridas! El caso es que los niños, desde la mesa, pusieron caras un poco raras. "Mamá", dijo Luisete, "creo que ya no tengo más hambre..."
"Tía, puedo tomar otra cosa de postre?"
No lo entiendo! "Pues no, os coméis una magdalena, que van a estar estupendas..."
El caso es que no se las comieron. No hubo forma de convencerles. Supongo que son niños, pero no gilipollas...
A nosotros tampoco nos apetecían para cenar. Curioso, no? Mañana si acaso, en el desayuno...,
Nos levantamos sin ganas de comer aquellos arcoíris de magdalena, y para que no se estropeasen nos llevamos unos pocos al vivero al que íbamos aquel día...
Entonces, justo antes de salir por la puerta y cuando mi hermana les estaba preparando el café a Bobby y cía, se me ocurre... "Pivi, por qué no les das una magdalena y que las prueben?"
Como a ella le daba corte, allá que subí yo a ofrecerles a esos tíos tan educados su café, acompañado de unos bollos que de puro colorido parecían radiactivos. Tendríais que haber visto la cara de susto que pusieron! Pero como son ingleses, y yo española, la educación es lo primero. "Quieren una magdalena? Las hemos hecho nosotras en el horno..." Ponen cara de agradecimiento obligado, y educadamente cogen, uno la fucsia, otro la roja y el último, el pobre, aquella cosa verde de cuyo nombre no quiero acordarme. Me sonríen y la levantan, como brindando conmigo y agradeciéndome. Creo que esperaban que me diese la vuelta para echarlas a la argamasa de la pared y hacerlas desaparecer, pero yo me quedé allí, diabólica perdida, mirándoles con una sonrisa de oreja a oreja esperando a que las mordieran. Y las mordieron. Y siguieron sonriendo... tomaron un trago para empujar, supongo, porque de puro colorido nos habían quedado tan secas que parecía imposible tragarse aquello si no se mojaba en el café. Eso si, si las llegan a mojar se chupan toda la taza de la primera sumergida!
Bueno, me retiré. Misión cumplida.
Paseamos por el vivero, precioso, durante un par de horas. Le ofrecí a Jaime, que sé que es el que se lo come todo, una de mis magdalenas coloridas. Debo decir que el hombrecito la probó. Y como mi hermana se había ido al baño a cambiar a una de las mellizas, le di unos trocitos de la miga de dentro a la otra, a ver que cara ponía... primero abrió la boca, porque me conocen y les suelo dar cosas ricas y prohibidas... pero debió llevarse la decepción de su corta vida, porque me la escupió acto seguido... estuvo babeando verde durante veinte minutos. Al final Jaime accidentalmente lanzó la magdalena verde al suelo, y la pisoteó con furor: "Mamá, pada loz pajaditoz, okai?". Yo me imaginé a los del vivero al día siguiente, cuando fuesen a limpiar el suelo y vieran las cagadas de las palomas de color verde y fucsia! Con lo que son ellos!
Nos íbamos ya hacia el coche, cuando Pivi, muy seria, se me acerca y me dice: "Oye, y si les sientan mal a los obreros? Lo mismo les hemos envenenado!" Yo pensé, pues date por jodida, porque si encima se empiezan a dar de baja te terminan la obra para navidades del año que viene... "Me denunciarán si se intoxican?" Yo me imaginé a los pobres tipos tumbados en el suelo del techo de la casa de mi hermana, en posición fetal, sujetándose la tripa con cara de dolor... y me sentí un poco culpable. Pero sólo un poco.
Les subestimamos. Cuando llegamos a casa ya se habían marchado, así que subimos a ver el progreso de la obra y nos encontramos las tres magdalenitas con sus mordisquitos en el suelo, intactas. Bueno, no. Una estaba casi a la mitad. Se ve que el tío lo intentó y por algún motivo, no pudo seguir avanzando.
Creo que las tiramos a la basura, pero no me acuerdo. Desde luego, no nos las comimos...

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