Hace unos poco años, nadie tenía teléfono móvil y no pasaba nada de nada. Si alguien quería charlar, te llamaba a casa y listo, por la tarde. Que había un accidente? Si no te localizaban, te lo solucionaban y te avisaban cuando el daño estaba reparado. Que se ha muerto alguien y le han enterrado? Mejor, eso que te ahorrabas...
Y así nos va! Ahora, no es sólo que te llamen en cualquier momento y estés donde estés, es que encima no puedes ni comunicar. Estás hablando y notas un pitido por detrás de la conversación. A mi se me pone la carne de gallina y todo. Me entra ansiedad, porque si cuelgo a uno para coger al otro pierdo la que tenía y a veces no sé ni a qué botón dar para coger a tiempo la llamada que entra nueva... lo que digo, cuanto mejor se vivía sin el móvil...
Que soy muy despistada, creo que es de dominio público. Aunque yo más que despiste, lo que hago es limitar mis estados de atención a una sola cosa pero que me interese mucho...
Decía que como soy despistada, nunca sé dónde he soltado el móvil. Recuero una vez que colmé mi vaso. Tenía un Motorola V, creo que se llamaba. Eso es del tamaño de una nuez, pero con antena. Muy cuco. Nunca lo encontraba! Mierda de teléfono! No lo guardé en el bolso jamás, porque el primer día, lo metí con todo en mi super-maleta para sobrevivir a cada día, y cuando empezó a sonar, no hubo forma de encontrarlo. A la segunda serie de llamadas, estaba ya desesperada. Saqué la cartera, saqué los pinturetes, el monedero, el botiquín, la agenda, la agenda segunda, los coches Luisete, el estuche de pinturas de palo con el cuadernito, el libro de pegatinas, los pañales, las toallitas... allí no aparecía la puta pulga vibrátil por ningún lado. Es como tener una carcoma en el bolso, sólo que te carcome el cerebro, porque resuena y resuena y resuena y tú no lo encuentras y sigue y sigue y sigue... cogí el bolso, y lo puse boca abajo en el mostrador del banco. Encima, el que me atendía era un dependiente, porque si es una mujer a lo mejor hasta lo hubiese entendido! El señor me miraba con los ojos como dos platos hondos. Pero esta loca qué lleva en el bolso? Pintalabios, cacaos, una cuchara, tres chupetes, una caja de tiritas, un sonajero, un peluche de pollito allí todo el rato "pío, pío, pío"... ni parpadeaba el tío! Una castaña, una nuez, una caja de pasitas, palitos de pan... Bueno, las cosas que necesito! Y el cacharro aquel que no salía. De pronto me acordé que el bolso tenía un bolsillo lateral con cremallera, y que lo había metido allí para encontrarlo rápido... por supuesto habían colgado.
Ahora tengo por norma comprar el móvil cuanto más grande, mejor.
Para oírlo y distinguirlo bien, porque además de despistada debo estar medio sorda, le he puesto sonidos que me llamen la atención. Y así me va.
Estoy en la oficina y de pronto se oye a Luisete... "MAMÁ, TE LLAMA PAPÁ, MAMÁ, TE LLAMA PAPÁ, MAMÁ, TE LLAMA PAPÁ..." y no se me pasa. Tengo, como todas las mamás, un sensor para las voces de mis niños. Así no fallo. Cualquier otro que no sea Luis, suena "MAMÁ, MAMÁ, MAMÁ, MAMÁ, MAMÁ..." y lo oigo rápido. Total, es lo que hacen mis hijos a partir de las cinco de la tarde, sólo que a ellos no puedo silenciarlos...
Como no oigo los mensajes, porque suenan poco tiempo, cambié el tono. Ahora barrita un elefante. Tres veces. Impresionante... después del mensaje no se oye ni el pedo de una mosca!
Y para distinguir a mis progenitores, porque padre y madre no hay más que uno y una, les puse chillidos. Pero chillidos de película de terror. Si llama mi padre chilla un tío, y si me llama mi madre, chilla una chica.
Total, estaba con mi padre haciendo unas fotos en una obra el otro día, en medio del campo, y oímos muy de lejos los chillidos aterrados de una mujer... Mi padre me mira, asombrado y un poco preocupado, y me dice: "Oyes eso? Pasará algo?" Y empezamos a mirar hacia unas fábricas medio derruidas que había allí. Estábamos a punto de echar a corres no sé si a socorrer a la pobre señora o al coche para huir a tiempo, cuando me acuerdo de lo que es y me empiezo a reír... ¡es mamá!" Saco el móvil... y mi padre me lanzó una mirada de te asesino a la siguiente que si le ven los servicios sociales le retiran mi custodia!
El fin de semana estaba en casa, con los niños, cuando empieza a barritar el aparatejo. Con curiosidad, lo busqué para leer lo que fuese que otro ser humano tenía que comunicarme... sobre la mesa. Nada. Junto a la tele. Nada. Sobre la medita. Nada. Ya mosca, me llamo... "MAMÁ, MAMÁ, MAMÁ, MAMÁ, MAMÁ..." Nada. En el baño. Nada. "MAMÁ, MAMÁ, MAMÁ, MAMÁ, MAMÁ..." En lacocina. Nada. En la entrada. Nada. Dónde coño está la mierda de teléfono?!? "MAMÁ, MAMÁ, MAMÁ, MAMÁ, MAMÁ..."
Y oigo a Jaime "mamá, eztá co lo gomitiz". Cómo? "Eztá en la taza de loz gomiti". Pero qué taza? Si no tenemos taza de los Gormitis! "MAMÁ, MAMÁ, MAMÁ, MAMÁ, MAMÁ..." "Jaime, tesoro, dónde está ta taza?" "Ahí!", y me señalaba a los juguetes con su dedo regordete... "Ahí tá, mamá, que no tenteraz?!?" "Dónde?!?" Y caí, de pronto. Me agacho, cojo la CASA de los Gormitis, a la sazón un tronco de árbol, y oigo "MAMÁ, MAMÁ, MAMÁ, MAMÁ, MAMÁ..." Abro la casa, y ahí estaba mi telefonito, jodiendo un ratito...
Historias habituales en la vida de una madre, trabajadora, esposa, mujer, amiga... vamos, lo que me dé. Ex-Ingeniero de Caminos convertida en Profesora de Mates de secundaria en UK.
¿DE QUÉ VA TODO ESTO?
Tras años mandando batallas a mis familiares y/o amigos, tras miles de intentos por mi parte de tener un sitio donde compartir mi humor corrosivo y ácido sin obtener frutos, tras rogar, pedir por las buenas, pedir por las malas, llorar y hacer todo lo que se me ha ocurrido... por fin he conseguido tener un blog! Preparaos...
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