¿DE QUÉ VA TODO ESTO?

Tras años mandando batallas a mis familiares y/o amigos, tras miles de intentos por mi parte de tener un sitio donde compartir mi humor corrosivo y ácido sin obtener frutos, tras rogar, pedir por las buenas, pedir por las malas, llorar y hacer todo lo que se me ha ocurrido... por fin he conseguido tener un blog! Preparaos...

SI LOS PADRES PUDIERAN SER HIJOS

JA! Ja, ja, ja...
Vamos a ver. La de hoy ha sido buena. Muy buena. Estupenda, diría yo...
Tengo dos hijos, de seis y tres años. Beben algo así como tres vasos de diferentes líquidos en casa, sentados a la mesa. Un zumo o dos y un colacao o dos; multiplicado por siete días a la semana; multiplicado por cincuenta y cuatro semanas al año. Esto hace un total de unos mil vasos por niño al año. Dos mil vasos al año. Jaime tira un vaso al día, de lo que sea. Tira trescientos sesenta y cinco vasos al año. Al menos. Luisete tira uno a la semana. Al menos. Otros cincuenta y cuatro vasos al año. Total, cuatrocientos veinte vasos que tengo que recoger, al año. Al menos.
Estamos comiendo, la que suscribe medio muerta de agotamiento e inanición tras arrastrarme por todo Faunia con Jaime en brazos, cuando no con Carlita o con ambos, y me ha entrado sed. Si, soy humana. Muy humana. Me levanto, cojo la botella de Tinto de Verano para pintarme el vaso de La Casera y... No me explico cómo, parecía que la hubiesen subido en los "Siete Picos" del Parque de Atracciones de Madrid! Tal era la cantidad de gas que tenía dentro, que ha llegado el chorro hasta el techo de la cocina!
Yo me he quedado tan alucinada de la potencia del líquido en el interior de la "botella asesina", que lejos de girar el tapón para cerrarla, la he sujetado con más fuerza, inmóvil, sin que una sola de mis supuestos cien mil millones de neuronas le haya dicho a mis músculos: "Cierra la tapa, gilipollas!"
Y ha sido entonces, cuando con total fascinación, he oído a mis hijos decirme:
- Pedo mami, cácez?! Eztá toro zucio! Mida lo caz heshio! PAPÁ, MEN A MIDÁ LO CA EDSHO MAMÁ! - Jaime, claro.
- Pero mamá, es que estás tonta? Cómo se ha puesto todo! Madre mía la que has liado! - El otro monstruo.
Juro que me he impresionado tanto, que no sabía si reirme, o darles un tortazo!
Me he mojado desde la camiseta, hasta las bragas!
- Mamá, ahora lo recoges tú!
- Mami! Tá toro machado! Ahodra qué hases?!? Tienez que quitadte la dropa! Eztas mojara!
- Pero qué ha pasado aquí!?! - Luis - Ahora ya sabéis porqué se os cae todos los días la leche, porque sois como vuestra madre!
Claro, me ha dado la risa. He tirado todos los trapos de la cocina al suelo, para empaparlos, y he tenido que jurarle a Jaime que estaba todo bien, que no sufriese más. Estaba histérico de ver a su mamá haciendo LO MISMO que ellos hacen mil veces al año sin que yo les regañe demasiado mientras lo recojo! Se me cae una vez a mi, y es para tanto?!? No hay derecho! Casi me mato por intentar recogerlo todo a la mayor brevedad y que dejasen de regañarme! Oía a mi abuela Tere: "Hija, siempre haces lo mismo!" Y a mi padre: "Pero mira que tienes mala suerte, hija, porque eso es mala suerte!"
Eso si, aún caen gotitas del techo. A lo mejor era eso lo que les molestaba...

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